lunes, 3 de marzo de 2014

Los cruzados cruzados.

En el siglo XI diferentes estados Cristianos de Europa Occidental iniciaron una serie de campañas militares, peregrinaciones armadas y expansiones coloniales en Oriente Próximo a la conquista de la llamada Tierra Santa en una Guerra Santa contra los musulmanes, judíos, etc.


Un cruel episodio de aquellas incursiones militares, durante la primera cruzada, es relatada por Raimundo de Aguilers, canónigo de Puy, fue uno de los hombres que participó en aquellas masacres y que dejó una descripción para la posteridad que habla por sí sola:


    «Maravillosos espectáculos alegraban nuestra vista. Algunos de nosotros, los más piadosos, cortaron las cabezas de los musulmanes; otros los hicieron blancos de sus flechas; otros fueron más lejos y los arrastraron a las hogueras. En las calles y plazas de Jerusalén no se veían más que montones de cabezas, manos y pies. Se derramó tanta sangre en la mezquita edificada sobre el templo de Salomón, que los cadáveres flotaban en ella y en muchos lugares la sangre nos llegaba hasta la rodilla. Cuando no hubo más musulmanes que matar, los jefes del ejército se dirigieron en procesión a la Iglesia del Santo Sepulcro para la ceremonia de acción de gracias»



Fuente: wikipedia.org

Chestnut Pilonga

3 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo con vosotros, la religión ha hecho mucho daño y ha sido muy cruel a lo largo de la historia, y no seré yo quien los defienda; pero la ciéncia, o, mejor aún, en nombre de la ciéncia, ¿no se han cometido también atrocidades?
    Arremeteis contra todo, pero a vuestra maravikllosa ciéncia.... que no me la toquen, que me la dejen tranquila.
    Espero comentario sobre trepanaciones, experimentos con animales, descargas eléctricas, centros psiquiátricos...
    todo aquello que la ciencia ha ido haciendo a lo largo de la história para convertirse en lo que és.

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    1. Estimado Natti Mason:
      La razón concreta de este artículo era demostrar a los cristianos que ellos no son los “buenos” de la película en el mundo de las religiones. Como en todas las demás, ellos también no solo “han hecho”, como usted dice, sino que “siguen haciendo” mucho daño, actualmente, casos de sodomía, pederastia y tráfico de neonatos ya han dejado de ser noticia por su cotidianeidad. Pero al fin y al cabo ¿Esto no se da en todas las familias? El problema viene cuando esto ocurre en la que “se otorga” la guarda y custodia de la moral universal.
      Me aterra pensar que se puede matar en nombre de dios, pero mucho más miedo me da, pensar que si un sumiso cristiano no mata es simplemente, porque lo dicta un mandamiento, sin preguntarse nada más. Que por cierto, concretamente es el 5º mandamiento, ese que estaba en MODE DISABLED durante las cruzadas…

      Chestnut Pilonga

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  2. Efectivamente.
    En nombre de la ciencia se han cometido barbaridades. Lo reconocemos.
    Pero no és la ciencia ni la religión lo que nosotros denostamos. Sinó aquellas personas que, valiéndose de la ciencia o de la religión han cometido barbaridades. Para pronto, prometo documentarme sobre alguna barbaridad cometida en nombre de la ciencia y "poner a parir" a sus autores.
    Pero no te confundas, en nuestro blog lo que pretendemos, a parte de reflejar este tipo de deleznables prácticas, sean quienes sean los autores, es promover la que, en nuestra opinión es la única forma de obtener conocimiento.
    Y en este caso, convendrás conmigo que, aunque no és perfecto, el método científico es la herramienta más útil de que disponemos en la actualidad para obtenerlo. Al menos es la más honesta.
    Fíjate que no hablo de las personas que lo utilizan sinó del método en sí. La ciencia como paradigma no tiene tacha.
    Ahora me dirás: "La religión en sí misma tampoco tiene porqué ser algo malo en su concepción". De hecho, desde el colectivo avogadro pensamos que, en ciertas circunstancias y en determinadas épocas, la religión ha ayudado a la humanidad a progresar. Eso no lo discutimos. Pero nunca la admitiremos como fuente de conocimiento y no nos agrada que traspase de forma descarada y, en demasiadas ocasiones de forma deplorable, sus límites, que deberían estar en la espiritualidad personal que cada uno quiera adoptar y que respetamos.

    Enano.

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